Dicen…
Que ando libre
por donde no existen
jaulas;
las cadenas no me
pesan
pues nunca tuve que
atar la bicicleta.
Viví (y vivo) este pueblo como único.
Irrepetible en varios
kilómetros.
O sea, ando libre por
dónde no hay cárceles;
y tampoco existe la
patrulla.
Converso con mis
vecinos
de alegres encuentros
ulteriores…
siempre alegres; nunca
infieles.
Y si sigo caminando
encuentro un cerco;
me asusta y asombra,
la sola idea.
Pero está ahí.
Separa mi mundo del
mundo;
mi barrio, de los
barrios.
Fuera; del otro lado
hay rejas y cárceles
feroces bestias y amos
aún peores.
Afuera la sangre
corre…
Por las venas..!